Busco, para un proyecto muy emocionante, un ejemplo de decoración fluida, sin estructuras. Me acuerdo del apartamento parisino de Azzedine Alaïa sembrado de piezas del siglo pasado. Austero pero lleno de destellos y serpenteante como su carrera. El espacio conferido a cada mueble es reverencial y al mismo tiempo cada uno es estrictamente práctico. Viendo este despliegue de pureza uno entiende la posición de Alaïa frente al gran negocio de la moda.
Me encuentro en internet la noticia de que ha dividido su casa del siglo XVII en el Marais en tres apartamentos independientes y disponibles para alquilar. Con tanta privacidad como en el hotel más exclusivo. Diseño como en el mejor hotel boutique. Historia como el hotel más rancio de París (y sorprendentemente más barato). Y gestos como el hotel con más encanto: el desayuno viene directamente de la cocina privada del diseñador. Eso sí, para encontrar suelos más duros hay que remitirse a las pensiones madrileñas.
Mientras unos se empeñan en definir el lujo contemporáneo, otros lo inventan.
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