Como parte de un programa de investigación, la London School of Economics ha creado una utilidad para cartografiar la felicidad: Mappiness

Parece que a los investigadores que la crearon les interesa observar como el entorno condiciona las emociones de la gente mientras se encuentra realizando sus tareas habituales. Las conclusiones se publicarán pero los usuarios de la aplicación pueden, entre tanto, ver gráficos generales sobre su propia felicidad.

En la práctica, después de unos días, la aplicación resulta tediosa. Insidioso como un tamagochi pero sin los gozos de la paternidad. Aburrido, uno comienza a cuestionarse la utilidad de la investigación. Y por añadidura, la utilidad de la felicidad.

Sin embargo, hay en la unión de las mobile apps y la estadística una simbiosis que parece natural: no hay mejor modo de recoger información, en tiempo real, segregarla y analizarla. A diferencia del ordenador, los smartphones nos acompañan en la cotidianidad y nuestro uso de ellos es aún cándido. Es algo que no parece suficientemente explotado y es cuestión de tiempo que veamos apps destinadas a analizar hábitos de consumo, ocio o incluso orientadas a cartografíar, no solo nuestra felicidad, sino -¿porqué no?- nuestra vida.

Personalmente, me encantaría ver en un gráfico de barras mis niveles mensuales y anuales de holgazanería. He ahí una idea.