Hace unos meses, estas ropas modernas llamaron mi deficitaria atención. Es la colección de Rochas Crucero 2012. Entre tanta mujer/ pantera/ vampiro /loba esteparia resultaba extraño un homenaje tan sentido a la candidez.

Es el trabajo de un tal Roberto Zanini, para que luego digan que la moda propicia una visión masculina de la mujer, es decir sexualizada y objetificada (por cierto, grande esta diatriba contra los homosexuales en la moda).

A principios de este mes arrancaron en Nueva York los desfiles para la próxima primavera, y yo me quedé con unas palabras de Lázaro Hernández sobre su trabajo en el dúo Proenza Schouler, inspirado en la arquitectura Googie, que describieron como «Optimismo perdido». Flipo con la capacidad que tiene la moda de captar el espíritu del momento. Optimismo perdido. Uno buscando el zeitgeist en una novela de Isherwood y está en las mangas de una blusa.

Miuccia Prada que en su trabajo para MiuMiu se había aventurado también antes en el terreno de la ingenuidad, presentó hace pocos días en Milan su colección primavera 2012 mujer con referencias también a los 40. Aunque para Miuccia tales conceptos suelen ser solo el punto de partida de una exploración irónica, resumió su propuesta con la palabra «dulzura». «Esa palabra se ha vuelto tabú. ¿Porqué las mujeres han de ser tan agresivas?»

O esta mujer no sale a la calle, o ha decidido pasarse por el forro -expresión deliciosamente textil- lo que dice la semiótica de la moda en tiempos difíciles. Dulzura dice. Con la que está cayendo.