Antes de que empezásemos a hablar de Concept Stores y mucho antes del magnífico Manufactum, ya existía una tienda en Barcelona que ofrecía una selección de objetos de diferentes utilidades aunados por el criterio del diseño, o mejor, de lo bien hecho. De la emoción, dicen ellos.

Vinçon empezó vendiendo artículos domésticos allá por los 70 en su tienda de Barcelona. En 1997 abrieron una tienda en un escondido edificio con digno pasado industrial. Hoy se preguntan porqué la tienda de Madrid nunca funcionó. La localización era difícil, pero era la que les gustaba. Siguiendo con la autocrítica, en su página web, reconocen que son lentos y les costó arrancar. Hasta en lo «slow» fueron pioneros.

Como madrileño, sospecho que las razones tienen lamentablemente más que ver con la idiosincracia de mis conciudadanos y con sus hábitos de compras.

«Il faut savoir quitter la table», cantaba el gran Aznavour. Saber marcharse lo dice todo de nuestro paso. Vinçon se ha ido de Madrid con estilo, haciendo autocrítica y una pequeña fiesta para clientes y amigos, que pudimos admirar el espacio ya vacío (qué buenos eran los mostradores, adelantados también a esos espacios íntimos para pagar que luego adoptaron algunas boutiques de lujo) como para señalar que lo importante nunca había sido lo que había en las estanterías.