Se podría decir que su blog es de interiorismo, pero lo cierto es que trasciende ampliamente este ámbito. Con su cámara, Todd Selby (Nueva York, 1975) retrata casas con la particularidad de mostrar la más íntima personalidad de sus habitantes, casi siempre almas creativas. Lo hace con un inconfundible estilo, muy hogareño, que le ha valido tener miles de seguidores y sección propia en el New York Times, así como ser requerido por marcas como Louis Vuitton o la española Loewe.
De paso por la feria Arco, donde presentó una acción de product placement patrocinada por Heineken, explicaba este éxito apelando a las bajas pasiones: “mi propuesta se basa en que remite a una básica conducta humana: el voyeurismo. La gente siempre siente curiosidad por lo que hacen los demás, por cómo viven sus vidas”.
Selby hace lo contrario que las revistas de decoración: en vez de mostrar ambientes ultrapulcros, enseña las casas de sus personajes –pintores, editores, cocineros…– tal como las viven. “Lo primero que pido es que no ordenen nada antes de ir yo”. A continuación disecciona, sin un gran despliegue técnico, cada rincón de la casa, fijándose en detalles tan reveladores como una nota en un frigorífico o un recuerdo de un viaje exótico.
Con suaves maneras y sus camisetas de gatitos ha conseguido que le hayan abierto de par en par más de 300 viviendas en todo el mundo, lo que le ha convertido en un agudo analista social. Ve cómo la globalización está imponiendo una uniformidad estética de una punta a otra del planeta. “A veces me cuesta saber si me encuentro en un piso de un continente u otro”. Pero no lo considera un fenómeno negativo. “Al revés: ha hecho que importe más el individuo que el grupo”. También ha podido ver qué hace falta para ser creativo y tiene claro que lo de menos es el entorno. “Lo principal es no quedarte nunca satisfecho con lo que haces”. Aunque lo mejor es su precisa definición de qué es lujoso: “Algo que mejora con la edad”.
*Este artículo se publicó en el número de mayo de la revista Gentleman.
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