
Por Txema Ybarra
Luis Moreno Mansilla era el poeta. Emilio Tuñón, el ingeniero. Nació el primero el 1 de enero de 1959 y el segundo el 6 de julio de ese mismo año. Eran por tanto perfectamente opuestos en el horóscopo, mientras que en el estudio se complementaban a la perfección: pensaban lo mismo por diferentes razones o pensaban de forma distinta por las mismas razones, como le gusta recordar a Emilio. Trabajar a las órdenes de Rafael Moneo durante cerca de una década les dio el mismo lenguaje arquitectónico y eso lo facilitaba todo: “Aprender ese sistema de reglas y de leyes permitió que pudiéramos establecer una conversación sobre la forma de acometer una obra aunque tuviéramos dos enfoques distintas”. La simbiosis llegaba a tal punto que donde uno dejaba de escribir un artículo lo seguía el otro, para luego firmarlo juntos.
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