Por Txema Ybarra
Sabíamos poco más que Juan Herreros había habilitado un espacio expositivo para una colección de arte contemporáneo en el número 5 de la plaza de la Independencia, junto a la Puerta de Alcalá, y hasta ahí acudimos, preparados para lo que fuese. La insistencia periodística había conseguido abrir la puerta del inmueble, pero eso era todo. “Ya lo veréis cuando estéis dentro. Los clientes son muy reservados”, nos decían desde el estudio para tranquilizarnos. Así que entramos a ciegas. El límpido cielo seco de Madrid dio paso a la penumbra de un estrecho vestíbulo. Refulgía con luz propia un inmenso cuadro que parecía de Roy Lichtenstein pero que en realidad lo firmaba D*Face, un maestro del graffiti británico que se divierte homenajeando a otros. Sobre un andamio, un chico con barba, pantalón de chándal y camiseta blanca se peleaba con unos focos, mientras una chica pelirroja con pantalón vaquero y camiseta de tirantes tapaba la puerta con papel kraft para evitar miradas indiscretas. Mejor era avanzar.