No recuerdo el nombre de aquella película en la que un proxeneta compraba sus camisas, el mismo modelo, por docenas. Como adolescente me fascinó y me pareció un ejemplo a imitar. Recuerdo también haber observado que Gaultier, otro referente de la época, llevaba la misma marinière en todas sus apariciones.

Hacía falta que el New York Times redactase la teoría: las mujeres compran, los hombres acumulamos. Y recuerda la anécdota de los jerséis de Steve Jobs. Prurito de estilo, pero sospecho además que el difunto sabía que era, en sí mismo, una marca. Pero añaden el testimonio de algunas luminarias para cimentar la teoría: los chicos modernos compran a granel.

Está bien, ya no nos avergonzamos de tener 4 pares de esos 501 que tan rápido pierden el profundo índigo, de haber previsto que aquellas Puma de velcro desaparecerían pronto.
Resulta que los hombres somos cazadores…y recolectores también. ¿Es simplemente porque no nos gusta comprar? ¿Es nuestro estilo menos volátil? Mientras Punset encuentra la respuesta en algún pasillo del hipotálamo, he aquí valiosa información para los retailers. Tiendas de hallazgos, pilas de ropa, clásicos descatalogados. Todo al por mayor y al margen de la tendencia .

Voy a llamar a un amigo que compra en Makro, no sé si allí venden ropa. Puede ser la próxima meca hipster.