Si a un hombre se le conoce por su biblioteca, ¿porqué no a un hotel?. Indago en estas nutridas estanterías. Ni rastro de manoseados romances de bolsillo o autoayuda en alemán. En su lugar, Clarissa de Stefan Zweig o Oku no Hosomichi de Matsuo Bashō.
Pero sobre todo un imponente repertorio de arquitectura: venerables ediciones sobre LeCorbusier, todo Louis Khan, Alvaro Siza, Adolf Loos…. un iconostasio. Y esos grandes «artes menores»: la carpintería Shaker, la cerámica japonesa. No desdeñemos la apariencia: maderas nobles, lámparas italianas de los 70 y una decantador con un buen licor. Si se tratase de conocer a un hombre o una mujer no necesitaríamos más para enamorarnos. continúa »»